El compromiso de la ciudadanía en la construcción de alternativas, por Clara Soler Roig

Buena parte de los actuales proyectos vinculados a las finanzas éticas tienen una base cooperativa de gran calado. Probablemente este es uno de los elementos fundamentales de las organizaciones que trabajan en este ámbito, ya que su principal razón de ser es transformar la sociedad hacia un modelo mucho más justo e integrador. Las finanzas éticas no sólo implican la canalización de los ahorros de parte de la ciudadanía y organizaciones hacia proyectos que tengan un claro eje transformador sino que el propio proceso de desarrollo de las organizaciones de finanzas éticas, representa en sí mismo un cambio social.

Si examináramos algunos de los procesos de creación, desarrollo y consolidación de las organizaciones que tienen ámbito de actuación estatal, vemos que éstos surgieron de espacios de construcción alternativos de herramientas financieras al servicio de la Economía Social y Solidaria desde lo local. El proceso de puesta en marcha y extensión de estos proyectos implicaba un compromiso de las personas que había detrás de ellos, que con su trabajo voluntario o remunerado estaban dispuestas a poner en marcha herramientas que fueran útiles y necesarias para completar uno de los ejes necesarios de nuestras sociedades, como es el de la gestión de las finanzas.

A lo largo de los últimos 15 años hemos sido capaces de montar un sistema que poco a poco ha ido dando respuestas a las diferentes necesidades surgidas -y seguramente sin respuestas inmediatas- a través de la perseverancia, la intercooperación y el trabajo por un objetivo claro. Ha sido gracias al compromiso de las personas y entidades involucradas que hemos erigido un sistema de organizaciones que poco a poco empiezan a ser una alternativa al sistema convencional de finanzas.

¿Qué nos ha sucedido con esta nueva crisis del sistema? La respuesta podría ser muy amplia pero la que nos interesa aquí es el nivel de compromiso de la ciudadanía. Muchas personas están hartas de tener el sentimiento de que el sistema económico vigente no cambiará, y precisamente éste es uno de los pensamientos que debemos combatir desde las propias organizaciones que trabajamos en el ámbito la Economía Solidaria. Nuestro territorio está lleno de cientos de casos, donde la movilización ciudadana ha conseguido logros muy significativos en el proceso de construcción de alternativas desde lo local y debemos recordarlos y explicarlos continuamente para tener presente que el sistema dominante no es el único vigente.

El 15-M y la PAH son dos de las experiencias de movilización social más significativas de ámbito estatal, que precisamente responden a un espíritu de cambio y que a la vez requieren de tiempo, perseverancia y constancia para conseguir los fines propuestos. Por un lado el primero se proponía decir “no” a las decisiones de nuestros representantes políticos frente a la presión extranjera que intentaba conseguir un cambio en la orientación política del país. Sin embargo poco a poco han ido articulando, con diferencias según las ciudades, unos movimientos comunitarios de cooperación y construcción de alternativas en los barrios. En el segundo caso, la PAH ha realizado un trabajo mucho más visible en los últimos años de crear una conciencia ciudadana sobre el derecho a la vivienda, ha frenado cientos de procesos de desahucios de personas que no tenían otra alternativa que quedarse en la calle y, en tercer lugar, ha denunciado algunos de los principales responsables del proceso de estancamiento en la modificación de las leyes que permiten que la legislación española sea una de las más retrógradas a nivel europeo.

¿Qué queremos decir con todo esto? Básicamente dos cosas. En primer lugar esta crisis nos está recordando nuestra condición de ciudadanía y por lo tanto, la necesidad de defender nuestros derechos frente a un sistema que sólo mira por defender el de unos pocos; y en segundo lugar el poder de la ciudadanía organizada para construir otros escenarios de relaciones sociales y económicas basados en los valores de la Economía Solidaria.

Las diferentes iniciativas que englobamos la Economía Solidaria son un ejercicio de democratización de la economía en el sentido más amplio de la palabra. Es decir para que todas las personas, sin importar su condición legal, aspecto físico o habilidades sociales, tengan la oportunidad de desarrollar unas condiciones de vida que la hagan digna como persona en igualdad de condiciones que las demás, tenemos que construir un sistema que defienda los intereses de todas. Y para esto necesitamos tener los objetivos claros en cada uno de los ámbitos del cambio y luego desarrollar virtudes como la paciencia, la constancia y la perseverancia para que a medio plazo demos un vuelco a la forma de operar del sistema. Incluso en un ámbito que podía parecer tan duro como es el de las finanzas lo estamos consiguiendo, pero sin el compromiso y lealtad de la ciudadanía es difícil desarrollar proyectos transcendentales que incidan en cambiar las estructuras y formatos de un sistema liberal que nos lo daba todo hecho y sin muchas preguntas a cambio.

Por este motivo es imprescindible profundizar el compromiso de la ciudadanía en la construcción de alternativas al sistema capitalista dominante para mostrarnos a nosotros mismos la posibilidad de dar respuestas integradoras a las diferentes necesidades que tenemos como colectivo. Sin nuestro compromiso en apoyar las diferentes iniciativas estamos entregando nuestra cuota de poder al sistema y a sus intereses, que se aprovecha de todos aquellos despistados, que sin querer, a través del consumo y la desmovilización, permiten que el sistema continúe imponiendo sus reglas del juego.

Precisamente la propuesta del Mercado Social que se está desarrollando a nivel estatal en una serie de territorios, intenta dar respuesta a algunos de estos retos a través de incidir y acrecentar la intercooperación del propio sector así como buscando la ampliación a nuevos sectores de población. Por este motivo, necesitamos que más ciudadanía se sume también a este cambio de modelo y camine junto a nosotras en este proceso de desarrollo de nuevos modelos de organización social.

Nuestra base cooperativa debe ayudarnos a movilizar a las personas a implicarse en el circuito de construcción de alternativas que nos permita construir una sociedad más justa, desde la producción y consumo de bienes de primera necesidad, al tiempo de ocio y la gestión de las finanzas.

www.proyectofiare.com
 
Clara Soler Roig / Periódico DIAGONAL

0 comentarios:

Publicar un comentario