Cementerio nuclear y Denominaciones de Origen, por la Plataforma contra el cementerio nuclear en Cuenca


No existe ningún estudio técnico digno de tal nombre sobre el impacto socioeconómico que el cementerio nuclear de Villar de Cañas tendrá sobre la actividad agraria de la comarca. Tendremos por tanto que conformarnos con acontecimientos promovidos por partes ciertamente interesadas en la construcción del ATC, como la jornada informativa denominada “Las perspectivas empresariales, Denominaciones de Origen, y seguridad en torno al ATC” celebrada ayer, 25 de septiembre en Cuenca. 

Con toda probabilidad, al hablar de Denominaciones de Origen, no se han comentado asuntos como la desaparición de la Denominación de Origen (Appellation d’origine contrôlée) Côteaux du Tricastin. Si alguien desea encontrar un vino de la zona de Avignon (Francia) amparado por dicha Denominación, deberá buscar una cosecha anterior a 2010, pues hoy en día la misma es conocida por “Grignan Adhemar”. 

¿A que se debió este cambio de nombre? Según contaba Henri Bour, presidente de la Denominación de Origen (Appellation d’Origine Contrôlée) en la publicación germana Spiegel Online International con fecha ocho de noviembre de 2008 “la energía nuclear y los productos alimenticios no se llevan muy bien en la mente de los consumidores”. Bour comentó a la agencia de prensa AFP que el cambio era por una cuestión de imagen. 

Al parecer, los bodegueros comenzaron a experimentar un desplome en las ventas de vino tras una serie de incidentes en la central nuclear de Tricastin que culminaron en una fuga radioactiva durante la manipulación de residuos radioactivos en julio de 2008, provocando el vertido de 75 Kg. de uranio a dos ríos vecinos. Brice Eymard, jefe del departamento económico de la organización interprofesional del vino de Rhone (InterRhone) declaró entonces que “es inútil para un productor tratar de vender una botella de Côteaux du Tricastin porque se reirían en su cara”. 

Otro asunto seguramente no comentado en la reciente jornada sobre el ATC celebrada en Cuenca, será el relacionado con la petición realizada por parte de CIVC (nada menos que el Comité Interprofesional del Vino de Champagne) ante los tribunales administrativos franceses en agosto de 2006. 

Según la publicación especializada en vinos “Decanter”, dicha organización solicitó la cancelación del permiso administrativo otorgado a ANDRA (la ENRESA francesa) para seguir almacenando residuos de baja intensidad (mucho menos peligrosos que los que nos esperan en Cuenca) en el cementerio nuclear “Centre Stockage de Soulaines”. 

Este lugar se encuentra a tan solo 10 km de algunos de los famosos viñedos que proporcionan el champán francés. La solicitud se produjo después de que ANDRA admitiera en mayo de 2006 que se había producido una fisura en un contenedor de residuos radioactivos emplazado en el almacén de Soulllaines. 

Para añadir fuego a la hoguera, con anterioridad a esta noticia, Greenpeace había puesto en conocimiento del público un informe que demostraba que se estaban filtrando, desde otro almacén gestionado por ANDRA y situado en Gers, en la región de Normandía, residuos radioactivos a los acuíferos que proporcionaban agua a granjas de vacas lecheras. 

No cabe duda de que no debió ser del agrado de los productores de Champán o del difunto vino Côteaux du Tricastin la propagación de estas alarmantes noticias en la versión online de medios con gran difusión, como Spiegel Internacional o la revista especializada en vinos Decanter, publicada en 90 países. 

Ahora, tapándonos los oídos para no oír los desafinados cantos de sirena de ENRESA y lobbies y políticos afines, hagamos el esfuerzo de imaginar las consecuencias de una situación parecida sobre Denominaciones de Origen e Indicaciones Geográficas que amparan manjares o caldos que tanto están luchado día a día por abrirse paso en un mundo muy competitivo. 

¿Han sido informados los agricultores y ganaderos de las comarcas colindantes con el ATC de que hay antecedentes cercanos en Francia de accidentes radioactivos que han hundido la reputación de una Denominación de Origen? 

¿Se imaginan, por ejemplo, tener que cambiar de nombre al queso manchego dentro de unos años para despistar a los consumidores sobre el origen del producto, tras cualquier incidente en la manipulación o almacenamiento de los residuos? 

¿Estamos dispuestos a arriesgar la verdadera riqueza de esta tierra, que se decanta en los productos amparados por las D.O. Vino de La Mancha, IGP Ajo de Las Pedroñeras, D.O. Queso Manchego, DO Vino de La Manchuela, DO Vino de Ribera del Jucar, D.O Vino de Ucles, D.O. Azafrán de la Mancha, IGP Cordero Manchego, IGP Vino de la Tierra de Castilla y otros que se puedan quedar en el tintero? 



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