Editorial del 2 de agosto: Un gran éxito de los conquenses y de la Plataforma en Defensa de la Sanidad Pública.

No hay otro modo de calificar la manifestación que ayer recorrió las calles de Cuenca que como un gran éxito. Ha sido un gran éxito de unidad de todos los conquenses, de los pueblos y de la capital, que ayer compusimos esa gran marcha a favor de una sanidad pública de calidad, de tod@s y para tod@s. Pero ha sido también un gran éxito de la Plataforma en Defensa de la Sanidad Pública de Cuenca que ha dedicado la mayor parte de este mes de julio ha recorrer en bicicleta los pueblos de la provincia. Han llevado su mensaje contra la privatización de la sanidad pública y lo han sumado al descontento que los recortes de los gobiernos de Rajoy y Cospedal a nuestros derechos sociales y laborales está despertando en nuestros pueblos. Ha sido un mes de julio duro para la Plataforma, no sólo por el trabajo, dedicación y gasto económico (todo hay que decirlo) que ha supuesto la Vuelta Ciclista por la Sanidad Pública, sino también porque el PP se ha encargado de que no en todos los pueblos hayan sido recibidos con los mismos brazos abiertos. Hay, por tanto, que felicitarles por su gran esfuerzo, por su valentía y por su tenacidad y, por supuesto, por el éxito logrado en la convocatoria de la manifestación, éxito que convierte en meras anécdotas las pequeñas amarguras de la Vuelta. En estos pocos meses en los que lleva trabajando, la Plataforma en Defensa de la Sanidad Pública de Cuenca se ha convertido ya en un ejemplo y en un orgullo para todos los que defendemos la justicia social. Han comprendido muy rápido y puesto en práctica de forma inmediata tres verdades fundamentales. Una, que somos nosotros, la ciudadanía, el pueblo, la gente, los que tenemos que defender nuestros derechos, que si no lo hacemos nosotros, nadie lo hará. Otra, que la lucha por los derechos no es asunto de un día, sino cuestión de constancia e insistencia. La tercera, que sin determinación en la defensa de lo que consideramos justo, acabamos perdiendo el rumbo y, lo que es peor, la dignidad. "¡Esta guerra la vamos a ganar!", afirmaban ayer al final de la manifestación. En eso estamos.

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